Colegio de Martilleros Mercedes

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A MODO de Balance de un año que se va: las enseñanzas que nos deja la Pandemia.


Estamos a la vísperas del cierre de este 2021 y como todo fin de ciclo, es un momento propicio para realizar un balance del tiempo transcurrido, en este año que concluye.

Vinimos de un año anterior encerrados, atemorizados por un virus que nos movió los esquemas de lo "normal" y del transcurrir de una vida "tranquila". 

Sin certezas y con la esperanza puesta en la vacuna que nos inmunice del COVID 19, este 2021 es el año de uno de los logros más importantes en los últimos 50 años en Salud Pública: la campaña de vacunación más grande de la historia de la humanidad y de la Argentina.

Logramos, a pesar de las diferencias primeras, tener un porcentaje de la población nacional alto con el esquema de vacunación completa: sobre todo los grupos etarios más riesgosos como los adultos mayores. Ahora el círculo inmune se cierra entorno de los más chicos y comenzamos a aplicar una tercera dosis.

Como país y en plan de lograr una inmunidad masiva, hemos transitado un año electoral que deja la idea de que "el pueblo" no se equivoca nunca de las elecciones que toma. A pesar de una victoria contundente de la oposición, el oficialismo consiguió que la derrota en las urnas no sea arrolladora.

La impresión de un "empate" ideológico y cierta desorientación en lo que la sociedad quiere son algunas de las caras que nos deja este año con varias definiciones por cerrar a futuro: la cuestión económica local y el acuerdo con el FMI; el despegue de la producción y la generación de fuentes laborales; la convivencia política partidaria de un sistema político que cada vez más se acerca al modelo norteamericano de bipartidismo; las secuelas aún no evidentes al cien por ciento de lo que nos dejó la Pandemia.

Lo que nos deja de enseñanza esta pandemia es que el ser humano, a pesar de su egocentrismo y manipulación sobre la naturaleza sigue siendo un niño que juega con fuego sin saber que lo que hace se le vuelve en contra.

Nuestra relación con el mundo, con la naturaleza, comienza a dar señales de alerta cada vez más fuerte. La conciencia sobre el ambiente, las consecuencias de años de explotación desmedida, nos ponen frente al desafío de cambiar, mejorar como especie si queremos seguir viviendo en este planeta.

La empatía, la solidaridad, son valores que están en peligro de extinción en un mundo donde la virtual extendió sus fronteras al punto tal de que es más importante lo que ahí sucede que lo que tangiblemente nos golpea. Estamos atravesados de información y las cosas ya no son lo que eran si no están replicadas en el mundo digital.

Religar nuestro vínculo con nosotros mismos, con los otros y con el afuera es uno de los desafíos más importantes que tenemos por delante. Escapar al canto de las sirenas de las redes sociales y entender que solo es una herramienta que nos facilita salvar distancias pero no reemplaza al contacto cara a cara, cuerpo a cuerpo.

Este 2022 deberíamos aprender que lo físico, el cuerpo, no es infinito y necesita cuidados, atenciones y ocupaciones y preocupaciones que lo valoren en todo su significado. Ser conscientes de nuestra finitud y dejar el lugar cuidado para quienes nos suplanten a futuro.

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