Pasó la
jura, el traspaso de atributos y fue una fiesta cívica la que se vivió ayer en
todos los órdenes: nacional, provincial y local, donde asumieron los gobiernos.
Hoy, en el
día después, la vida continúa sin sobresaltos: sin viernes con feriado
cambiario, sin disturbios en las plazas y sin tensiones expuestas.
Lo cierto
es que tras más de 30 años de democracia, el pueblo argentino aprendió que las
diferencias y divergencias se toleran y se dirimen en los escenarios
particulares.
Parte del
Aire de estos días la ansiedad culminó en una jornada histórica y ahora es
cuando más hay que ponerse a trabajar y solucionar los problemas de la gente.
Sin grandes
revoluciones ni promesas grandilocuentes, en el trabajo diario, en el esfuerzo
cotidiano, paso a paso se irán mejorando
las condiciones que nos merecemos.
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