En las redes sociales todo lo que huele a disputa, a discusiones estériles de bares de café, tiene un efecto multiplicador que se expande como un reguero de pólvo a diestra y siniestra.
Las declaraciones de una ex diva que almuerza y cena en televisión, las intensiones políticas o promocionales de una seudo estrella cuasi porno y tantas cosas más ganan minutos de aire.
Pareciera que el morbo ahora compite cabeza a cabeza con los rumores, los dimes y diretes de una privacidad que ya no reconoce límites y busca viralizar las conciencias de todos.
Parte del Aire de estos tiempos nos encuentrar cada vez más conectados pero a la vez más distanciados en la empatía, en el preocuparse por el otro si no es de manera aleccionadora o de condena.
Estamos atrapados en nuestra propia red de contactos, de relaciones y "amistades" que muchas veces observamos las acciones no tanto para alentar sino para saber que las miserias son ajenas.
Las declaraciones de una ex diva que almuerza y cena en televisión, las intensiones políticas o promocionales de una seudo estrella cuasi porno y tantas cosas más ganan minutos de aire.
Pareciera que el morbo ahora compite cabeza a cabeza con los rumores, los dimes y diretes de una privacidad que ya no reconoce límites y busca viralizar las conciencias de todos.
Parte del Aire de estos tiempos nos encuentrar cada vez más conectados pero a la vez más distanciados en la empatía, en el preocuparse por el otro si no es de manera aleccionadora o de condena.
Estamos atrapados en nuestra propia red de contactos, de relaciones y "amistades" que muchas veces observamos las acciones no tanto para alentar sino para saber que las miserias son ajenas.
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