Frente a los retos de la vida algunos toman distintas posiciones utlizando alternativas que muchas veces escapan a lo que otros hubieran determinado en iguales circunstancias.
El cuento del "Padre, el hijo y el burro" del Conde Lucanor nos enseña que muchas veces, las decisiones que se ven contaminadas con la opinión de otros no llegan a un buen puerto.
Muchas veces nos sentimos apabullados ante tantas opiniones y la mayoría de las veces, los concejos no pedidos nos enturbian las ideas y acabamos haciendo lo contrario a lo que hubieramos hecho.
Parte del Aire de estos tiempos donde abundan los opinólogos, panelistas y críticos de asientos apoltronados las palabras corren el pedligro de devaluarse y correr en saco roto.
Las decisiones impostergables ameritan un estado mental lúcido y muchas veces esto se logra con el silencio, introspectivamente y meditando las alternativas posibles y las imposibles que también son válidas.
El cuento del "Padre, el hijo y el burro" del Conde Lucanor nos enseña que muchas veces, las decisiones que se ven contaminadas con la opinión de otros no llegan a un buen puerto.
Muchas veces nos sentimos apabullados ante tantas opiniones y la mayoría de las veces, los concejos no pedidos nos enturbian las ideas y acabamos haciendo lo contrario a lo que hubieramos hecho.
Parte del Aire de estos tiempos donde abundan los opinólogos, panelistas y críticos de asientos apoltronados las palabras corren el pedligro de devaluarse y correr en saco roto.
Las decisiones impostergables ameritan un estado mental lúcido y muchas veces esto se logra con el silencio, introspectivamente y meditando las alternativas posibles y las imposibles que también son válidas.
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