Hace ya cien años que millones de armenios no tienen un país porque fueron despojados de sus tierras, deportados de la manera más cruenta, con sus raíces cortadas y una historia marcada con sangre.
Hoy, cien años no calman el dolor de los descendientes de armenios que viven esparcidos por el mundo, manteniendo viva la llama de sus tradiciones, de su cultura y su tierra que aún late en sus corazones.
El número de armenios asesinados supera el millón y es un hecho que aún despierta controversias porque el Estado Turco no reconoce el hecho como un genocidio, a pesar de haber reconocido las muertes provocadas.
Parte del Aire de este hecho histórico nos recuerda que la concentración del poder nunca es beneficioso y que los más débiles tienen el derecho a ser escuchados y protegidos frente a la prepotencia del poderoso.
La historia de los armenios es un testimonio del abuso del poder, y es también uno de los hechos lamentables de la época moderna, junto al holocausto judío, que cuesta asumir como seres humanos.
Hoy, cien años no calman el dolor de los descendientes de armenios que viven esparcidos por el mundo, manteniendo viva la llama de sus tradiciones, de su cultura y su tierra que aún late en sus corazones.
El número de armenios asesinados supera el millón y es un hecho que aún despierta controversias porque el Estado Turco no reconoce el hecho como un genocidio, a pesar de haber reconocido las muertes provocadas.
Parte del Aire de este hecho histórico nos recuerda que la concentración del poder nunca es beneficioso y que los más débiles tienen el derecho a ser escuchados y protegidos frente a la prepotencia del poderoso.
La historia de los armenios es un testimonio del abuso del poder, y es también uno de los hechos lamentables de la época moderna, junto al holocausto judío, que cuesta asumir como seres humanos.
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