Inmersos en nuestro ajetreado ritmo de vida muchas veces se nos pasa por alto aquellas cosas que parecen nímias pero hacen y son parte de la vida misma, nuestra vida, como los cántos de los pájaros.
Los cambios se viven, a veces, sin perceptirlo como la ausencia de los bichos canastos, las babas del diablo o la cada vez mayor escases de mariposas en verano, o los bichitos de luz.
Nos acostumbramos lamentablemente a las ausencias, a la falta de aquello que nos alegraba la vida, nos ponía un toque de color: la muerte de un cantante pasa y se nos apaga un poco más la mágia.
Parte del Aire de estos tiempos veloces, atrapados en nuestros problemas cotidianos, nos hacen perder esa mágia de lo simple, lo sencillo: el olor a tostadas, el canto de los zorzales o de los gallos a la salida del sol.
La partida de los seres queridos es otro dolor que anestesiamos con distracciones y sin embargo la ausencia está, persiste: adíos a todos los que se fueron, a las voces que se callaron, adiós a Carlos Ferreyra.
Los cambios se viven, a veces, sin perceptirlo como la ausencia de los bichos canastos, las babas del diablo o la cada vez mayor escases de mariposas en verano, o los bichitos de luz.
Nos acostumbramos lamentablemente a las ausencias, a la falta de aquello que nos alegraba la vida, nos ponía un toque de color: la muerte de un cantante pasa y se nos apaga un poco más la mágia.
Parte del Aire de estos tiempos veloces, atrapados en nuestros problemas cotidianos, nos hacen perder esa mágia de lo simple, lo sencillo: el olor a tostadas, el canto de los zorzales o de los gallos a la salida del sol.
La partida de los seres queridos es otro dolor que anestesiamos con distracciones y sin embargo la ausencia está, persiste: adíos a todos los que se fueron, a las voces que se callaron, adiós a Carlos Ferreyra.
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