La noche de los lápices tuvo un claro mensaje terrorífico hacia los jóvenes, los idealistas, los comprometidos con las causas sociales: no se metan donde no les conviene.
El secuestro y de la desaparición fueron hechos cobardes de un aparato para policial que siguió las órdenes de superiores al mando y produje estragos en la sociedad argentina.
La ausencia forzada de esos jóvenes truncó la esperanza de cambio de una generación que respiró los aires de turbulencias desde el Mayo Francés y la proscripción de millones olvidados.
Parte del Aire de estos 38 años de aquel suceso revirtió el daño, cicatrizó las heridas y motivó a las jóvenes generaciones a tomar parte, a ser protagonistas de sus destinos, en la arena de la política.
Con la vuelta de la democracia y tras 30 años de ejercicio, hoy, la juventud escribe otra juvenilla, aspira a un lugar central y se proyecta al futuro, en nombre de aquellos que cayeron en la lucha.
El secuestro y de la desaparición fueron hechos cobardes de un aparato para policial que siguió las órdenes de superiores al mando y produje estragos en la sociedad argentina.
La ausencia forzada de esos jóvenes truncó la esperanza de cambio de una generación que respiró los aires de turbulencias desde el Mayo Francés y la proscripción de millones olvidados.
Parte del Aire de estos 38 años de aquel suceso revirtió el daño, cicatrizó las heridas y motivó a las jóvenes generaciones a tomar parte, a ser protagonistas de sus destinos, en la arena de la política.
Con la vuelta de la democracia y tras 30 años de ejercicio, hoy, la juventud escribe otra juvenilla, aspira a un lugar central y se proyecta al futuro, en nombre de aquellos que cayeron en la lucha.
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