Pasó el paro convocado por la CGT disidente de Hugo Moyano y la CTA de Pablo Michelli y los números difieren sobre la repercusión de la medida de fuerza que anticipó el fin de semana para algunos.
Más allá del calibre de la acción sindical y de los piquetes que cortaron algunos accesos a Capital, los servicios públicos de transporte funcionaron a medias y la posibilidad de ir al trabajo no fue coartada.
Lo que llamó la atención fueron algunos episodios, aislados, de atentados contra colectivos y trenes que prestando servicio fueron blanco de la protesta.
Parte del Aire de estas medidas de fuerza concitan siempre cierta valentonía que irrumpe sobre los bienes de todos, descargando la furia sobre aquello que no tiene más que dueño que los propios ciudadanos.
Muchas veces, subidos al estribo del tren, estas acciones embarran la cancha y tiñen lo que debería ser una manifestación de derecho, con justo reclamo, en un acto de vandalismo repudiable.
Más allá del calibre de la acción sindical y de los piquetes que cortaron algunos accesos a Capital, los servicios públicos de transporte funcionaron a medias y la posibilidad de ir al trabajo no fue coartada.
Lo que llamó la atención fueron algunos episodios, aislados, de atentados contra colectivos y trenes que prestando servicio fueron blanco de la protesta.
Parte del Aire de estas medidas de fuerza concitan siempre cierta valentonía que irrumpe sobre los bienes de todos, descargando la furia sobre aquello que no tiene más que dueño que los propios ciudadanos.
Muchas veces, subidos al estribo del tren, estas acciones embarran la cancha y tiñen lo que debería ser una manifestación de derecho, con justo reclamo, en un acto de vandalismo repudiable.
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