El viejo dicho se apoya en la anécdota de los
juncos que por separados se quiebran y agrupados no, aunque hay una versión que
sostienen que se doblan pero no se parten.
El clima que comenzó a manifestarse en el
fomentismo local no es nuevo y viene de vieja data porque el fomentismo se
ubica entre el vecino y los funcionarios, casi como un puente.
En ese intersticio entre política, solidaridad,
bien común y espacio público el fomentista debe surfear entre olas y vientos
que lo desvían hacia uno u otro lado, marcando su camino.
Parte del Aire de estos avatares de la vida
pueblerina, donde el barrio gana protagonismo, cuando los reclamos y opiniones
se personalizan, se pierde el norte del fomentismo.
Gestionar para el bien común es una noble tarea
que requiere de tiempo y dedicación personal, confundir esto con réditos
personales desmerece la tarea del fomentista.
Comentarios