Las lápidas son marcas, señalamientos, donde
descansan los restos de los mortales en aquellos lugares donde la memoria queda
inscripta en el nombre y alguna frase que lo caracterice.
En las lápidas están las últimas palabras
escritas en epitafios para que los viajeros, los vivos, recuerden, al
pronunciarlas, aquellos que los precedieron en este paso.
La memoria queda inscripta de esta manera y
cualquier modificación de ese recuerdo implica un avasallamiento sobre los que
no están y sus descendientes.
Parte del Aire de la macabra dictadura cívico
militar del 76 fue negar la posibilidad de sepultura a los desaparecidos: acto
atroz que se mitiga con las placas por la memoria.
La modificación inconsulta de una placa es una
afrenta que debe ser reparada inmediatamente para retornar la paz en la memoria
de esas tumbas y de sus familiares.
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