Los días corren en el calendario y nosotros no
dejamos de correr en estos últimos días del año, con las fiestas, las
despedidas, los cierres de ciclos y celebraciones.
La vertiginosidad de esta época, donde
pareciera que quisiéramos hacer en pocos días todo lo que no hicimos durante un
año, nos predispone a tomar las cosas con liviandad.
La navidad, el tiempo de adviento, previo,
debería ser un tiempo de esperanza: la espera que nos concita a un tiempo más
lento, de reflexión y de recogimiento.
Parte del Aire de estos días de fin de año nos
encuentran con calor, molestos por la escasez: de agua, de luz, de tiempo y con
la premura por cerrar un ciclo más.
La vida es como un río que pasa y en la
aceleración de estos días no apreciamos en profundidad estos días de esperanza:
habría que bajar un cambio y reflexionar sobre la navidad.
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