Uno de los juegos favoritos cuando chicos era
el de “ladrones y policías” donde unos perseguían a otros y el barrio, la
cuadra, era el escenario y los zaguanes las guaridas o comisarías.
El juego se convirtió en realidad y en estos últimos
días los ladrones salieron a saquear por las calles de Córdoba, mientras los
policías protestaban por aumento salarial.
El impulso a tomar, a saquear, denuncia una
realidad que está contenida, ya por la presencia policial, ya por los planes
sociales o quizá porque queda un dejo de decencia.
Parte de Aire de estos movimientos esporádicos
colectivos, generan un clima de intranquilidad social que pone a todos contra
todos, instaurando la desconfianza.
Mirados de reojo, cada comprador que ingresa en
un supermercado, además de ser vigilado por circuito cerrado, será prejuzgado
como un posible ladrón en potencia, lamentablemente.
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