Las metáforas marítimas permiten muchas veces
pensar situaciones o describir un momento histórico: desde el viento de cola,
apuntar la proa o dar un golpe de timón.
Pensar al país como un gran barco donde estamos
todos incluidos es pensar en una imagen similar al Arca de Noe, donde los
destinos están sellados a un mismo rumbo.
Lo cierto es que en estos 30 años de
democracia, la posibilidad de definir nuevos rumbos está ligada a la
posibilidad de elegir por el voto aquellos que “conducirán” la nave.
Parte del Aire de los vientos que soplan sobre
los destinos de los países y los pueblos se agitan o se calman también de
acuerdo al ánimo imperante en las sociedades.
La posibilidad de votar cada dos años permite
también corroborar si el rumbo elegido es el que los integrantes de “la nave”
aspiran, como una brújula que marca el norte de la voluntad popular.
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