Muchas veces nos quejamos de los otros, de las
actitudes, de los modos de los otros y muchas veces tomamos esto como una
afrenta hacia nosotros, cuando nada indica que así sea.
Muchas veces, y esto es un “deporte” argentino,
opinamos, sentenciamos y hasta defenestramos a los otros con una ligereza que
recuerda la liviandad con que asumimos nuestras propias vidas.
“Mirar la paja en el ojo ajeno pero no ver la
viga en el propio ojo” es una frase que calza muchas veces con la nuestras
actitudes de sabelotodos y sin una autocrítica.
Parte del Aire de estos tiempos que corren se
nutren de opiniones y calificaciones que no reconocen la sana convivencia con
el prójimo ni su derecho a la privacidad y la intimidad.
Es fácil decir pero mucho más difícil es hacer:
proponerse mirarse un poquito más nuestras faltas es un buen comienzo para acercarnos
al otro, para tender puentes y acompañarnos.
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