Los dichos y refranes encierran el saber
popular y son una fuente inagotable de recursos estilísticos y de experiencias
sintetizadas en palabras.
El pez por la boca muere es uno de esos
refranes que apelan a la metáfora de la pesca, del anzuelo, la carnada y hasta
la palabra.
La alusión de la muerte en este refrán indica
el fin de una situación, el “meter la pata” vulgar, cuando alguien habla de más
o a través de lo que dice, su situación empeora en vez de mejorar: en tal
sentido “no aclares que oscurece” se dan la mano.
Las situaciones se tornan esquivas y confusas
muchas veces cuando de noticia se trata y el caso de Ángeles Rawson es uno de
esos hechos policiales donde la prensa quiere ser juez, parte, perito y hasta
damnificado.
Parte del Aire de estos días ameritan la
reflexión de que muchas veces, “en boca cerrada no entran moscas” y muchos “periodistas”
deberían llamarse a silencio.
Una de las tácticas empleadas en la guerra es
la distracción: hacer ruido donde nada pasa para atacar por el otro flanco;
muchas veces “el silencio es salud” debería figurar como premisa en los
manuales de comunicación.
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