Circula por Internet un audio donde el cliente
de una empresa de telefonía le hace probar a la operadora de su misma
medicina: una parodia de los cada vez más impersonales servicios de atención al
cliente.
Hoy, todo reclamo se tramita a través de un
0800 o alguna línea especial de atención “personalizada”, en donde una
operadora, en el mejor de los casos, pone el oído a las quejas.
Una de las reglas básicas en relaciones públicas
es “el cliente tiene la razón”, pero
infinidad de veces esto no se cumple, porque si bien te dan la razón, las
soluciones al reclamo pocas veces o nunca llegan.
Las promociones y toda oferta de adquisición de
servicio tiene vía rápida de solución: en menos de 24 horas y ni siquiera a
sola firma.
Para los reclamos hay que apuntar, luego de
diez minutos, mínimo, de espera el número de reclamo y llamar al término de las
72 horas. Todo esto sin una persona en frente a quien dirigir la mirada o saber
quién es.
Parte del Aire de los “beneficios tecnológicos”
despersonalizan la atención al público por la celeridad y la eficiencia en la
atención.
Como clientes – usuarios pasamos a ser un número
de expediente cuando los problemas son tan tangibles como quedarse días sin luz
o teléfono.
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