Roberto Arlt, escritor argentino, escribió en sus "Aguafuertes Porteñas" este texto que es toda una declaración de principios sobre el flaneur, sobre el vagabundeo.
Van algunos extractos memorables:
"El placer de vagabundear"
Comienzo por declarar que creo que para vagabundear se necesitan excepcionales condiciones de soñador. Ya lo dijo el ilustre Macedonio Fernandez: "No toda es vigilia la de los ojos abiertos".
Digo esto por que hay vagos y vagos. [...] Ante todo, para vagar hay que estar por completo despojado de prejuicios y luego ser un poquitín escéptico.
[...] el vagabundo se regocija. Entendámonos. Se regocija ante la diversidad de tipos humanos. Sobre cada uno se puede construir un mundo. Los que llevan escrito en la frente lo que piensan, como aquellos que son más cerrados que adoquines, muestran su pequeño secreto...[...] Los extraordinarios encuentros de la calle. Las palabras que se escuchan. Las tragedias que se llegan a conocer. Y de pronto, la calle, la calle lisa y que parecía destinada a ser una arteria de tráfico con veredas para los hombres y calzadas para las bestias y los carros, se convierte en un escaparate, mejor dicho, en un escenario grotesco y espantoso [...]
Sin embargo, aún pasará mucho tiempo ante de que la gente se de cuenta de la utilidad de darse uno baños de multitud y de callejeo. Pero el día que lo aprendan serán más sabios y más perfectos y más indulgentes, sobre todo. Si, indulgentes. Porque más de una vez he pensado que la magnífica indulgencia que ha hecho eterno a Jesús, derivaba de su continua vida en la calle. Y de su comunión con los hombres buenos y malos, y con las mujeres honestas y también con las que no lo eran.
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