Durante años se escuchaba a los especialistas
recomendar el libro de Sun Tzu “El arte de la guerra” para aquellos políticos o
dirigentes en cargos importantes, donde encontrarían algunas enseñanzas para su
quehacer.
Sun Tzu valora como objetivo supremo, poder
vencer sin llegar a la batalla.
Muchas veces se ha dicho que la política es el
arte de hacer posible lo imposible, o de hacer posible lo necesario. Esto toma
fuerza y vigencia cada vez que oímos y vemos cómo se desarrollan algunos
acontecimientos en la vida cotidiana: en el ámbito de la salud, de la economía,
de la política local o provincial.
Muchas veces también es cierto eso de que la
urgencia opaca lo necesario y se actúa muchas veces sobre la contingencia de lo
imprevisto.
Si la política fuera el arte de la guerra,
entonces el objetivo final sería poder ganar sin haber presentado batalla. Y
por batalla, en política, pienso en debate y discusión, argumentación y
convencimiento.
Será posible una política sin disentimientos,
sin diferencias, sin debate? O será la política del gran hermano de la novela “1984” de Orwell?
En este fin de año Parte del Aire de lo que se
respira en política tiene ese sabor a incapacidad a disentir o a argumentar,
esa sensación de teléfono descompuesto.
Me quedo con la idea de transformación que
encierra la definición de política: hacer posible lo imposible. Esperemos que
los hacedores estén a la altura de los desafíos de los tiempos que vienen.
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