La prevención es una buena política ante el
tema de la seguridad/inseguridad. No tentar al diablo, decían los viejos de
antes.
El tema viene siendo machacado en los medios y
se lo eleva a la enésima potencia cada vez que hay un hecho delictivo y si es
luctuoso, muchísimo más.
El delito es una variable económica social.
Delinquir no tiene estrato social, no es característica particular de una clase
social.
Lo que sí es necesario pensar, es que para
combatir el delito se requiere de una serie de medidas que van más allá de lo
coercitivo: se necesitan una batería de medidas que apunten al mejoramiento de
las condiciones sociales, económicas, laborales.
Inclusión debería ser el norte de toda política
que aborde este tema. Por que el centro de esta cuestión no pasa por la
cantidad – de patrulleros, de cámaras de seguridad, de policía- sino por la
calidad de vida: la mejor posible para todos.
Esta semana la seguridad es Parte del Aire de
los temas de agenda pública: el mapa del homicidio presentado por el juez
Zaffaroni; la responsabilidad co participativa enunciada por la presidenta; el
proyecto de una guardia urbana a nivel local.
Todos apuntan, con distintas miras el mismo
objetivo: bajar, reducir, combatir la inseguridad.
Sensación o no, nos halla tocado de cerca o
fuera un mero comentario sobre terceros, la seguridad es hoy uno de los temas
centrales. Y hay que hacer centro para ser justos con este tema tan delicado.
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