Qué pregnancia tienen ciertas imágenes que quedan grabadas a fuego
en la retina y la memoria. La imagen de una bandera en llamas tiene, además,
una carga emotiva muy fuerte. El mensaje, al menos es claro.
Sacar los trapitos al sol es una frase popular
que señala aquellas circunstancias de confrontación donde se caen las máscaras.
Se dicen todas las verdades sin miramientos.
Vivimos en una época al borde del insulto. El
decoro es un valor extraviado y lo que se cruza en mente muchas veces es dicho
sin medir las consecuencias.
La quema de una bandera israelí no es un acto
de valentía, como tampoco enfrentar las protestas con balas de plomo o misiles.
Nadie se puede arrogar el derecho de la verdad
en un mundo atravesado por millones de miradas, de puntos de vistas e
interconectados hasta los huesos.
Una imagen vale más que mil palabras y Parte
del Aire de ese saber popular, que muchas veces señala, define, encripta y
paraliza el sentido de las cosas, se queda boyando sin un rumbo.
Las palabras se las lleva el viento. Las
protestas, los discursos, muchas veces, también.
¿Dónde se habrá perdido el decoro, el peso
específico de las palabras, el sentido de las cosas?
Un pedazo de tela en llamas, no dice nada. Pero
un símbolo ardiendo no es un mero juego de pirómanos.
Que la cordura sea la moneda corriente. Que las
palabras recobren su sentido, al ser escuchadas. Sino, no sirven de nada ser
gritadas al viento.
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