El 20 de julio de 1969, miles de millones de personas de todo el mundo estaban pegados a los receptores de radio y televisión, ansiosos por ver y escuchar a aquellos astronautas que habían hecho algo inimaginable, eternamente pretendido por todos los hombres: llegar a la luna. Ese imposible se haría realidad en cualquier momento. 10:56 pm, el comandante Neil Amstrong desciende por la escalerilla del módulo lunar "Aguila" que aterrizó en la zona llamada Mar de la Tranquilidad, observa el paisaje a su alrededor y se comunica con la base.
Los receptores transmiten la noticia: la misión espacial Apolo 11 lograba su objetivo ampliamenten publicitado por al N.A.S.A - la agencia espacial norteamericana -, llegar a la luna y plantar en suelo celenita la bandera de los Estados Unidos de Norteamérica. El 16 de julio de 1696 Neil Amstrong, Michael Collins y Edwin "Buzz" Aldrin, comenzaban la aventura más importante de sus vidas, que tendría como escenario la luna. El domingo 20 de julio, ya en la órbita lunar, Aldrin y Amstrong se trasladaron almódulo "Aguila". Michael Collins cerró la compuerta y permaneció piloteando el módulo de control "Columbia", esperando la separación de la cápsula y apoyando las maniobras del módulo lunar.
Miles de millones de seres humanos en torno del orbe miraban extasiados las imágenes borrosas del alunizaje y los primeros pasos de aquel hombre que era uno y todos los hombres. El suelo virgen lunar recibía así la marca indeleble de la presencia humana. Luego de varias maniobras y ejercicios en la luna, el módulo espacial despegaba y reencontraba el camino de vuelta a la Tierra junto con la nave control.
El recibimiento de los astronautas fue fastuoso: caravanas de autos y millones de personas asomándose para saludar a los "heroes" del momento. La fiebre por la carrera espacial entre las dos potencias mundiales había tocado un límite que se rompería varias veces más, pero sin tanta publicidad ni tanta emoción contenida. En todo el mundo, los ciudadanos atesoraron en sus mentes aquellas palabras elocuentes de Neil Amstrong, mientras los intereses de los gobiernos centrales se medían en otros escenarios, en otros territorios, bajo la forma de guerra de liberación. Las palabras: "Este es un pequeño paso para el hombre; un salto gigantesco para la humanidad" resonaban y resuenan como una sentencia.
Desde la luna la tierra se veía como una pequeña esfera azulada, tan distante de aquellos hombres, tan vulnerable. Por un segundo el corazón de Neil se llenó de congoja, allí arriba, solo, tan ínfinitamente solo, que deseó que todo fuera un sueño, un confortable y seguro sueño. Un sueño donde todos se estrecharan en un único y gran abrazo fraterno. Aceptando las diferencias, respetando las decisiones y libertades de cada uno, unidos en hermandad. Ayudándose los unos a los otros y juntos cuidando el lugar donde habitan. Neil deseó no estar allí, en el medio de la nada, contemplando aquella bolita tán poca cosa pero tán significativa para él. Quizo abrazar a cada uno de los miles de millones de seres humanos que estaban pendientes de él, aunque él nunca fue consciente de aquellas miradas.
Repitió los pasos del manual de instrucciones que tantas veces había estudiado y ejecutado en los simuladores. La nave se estremeció por un instante, una leve vibración recorrió su cuerpo y por la ventanilla, Edwyn y Neil observaron por última vez el brillo de la luna. Atrás quedaban la base del módulo y algunos implementos usados; la bandera nadando en la ingravidéz lunar; una placas recordatorias y aquel sueño, en el Mar de la Tranquilidad.
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