De chico uno de los juegos predilectos era el juego de la "mancha venenosa". Lo que consistía en eludir al que portaba la mancha para no ser alcanzado y, de serlo, pasar a ser uno el portador de la misma.
Un juego que pone "en juego" varios significados no tan "inocentes" como muchos de los juegos e historias "infantiles" que aprenden y juegan los más pequeños. Donde la premisa es sacarse encima la mancha y/o eludir al "contagiado".
El primer caso positivo de covid-19 local ha puesto en evidencia muchas acciones de solidaridad como así también los sentimientos más deplorables que podemos tener frente a un "infectado". Como si fuera el culpable de todos los males: como un "chivo expiatorio".
Como todo en la vida, PARTE de las acciones y reacciones pueden tener su lado oscuro y ayer en las redes sociales apareció esa parte más baja de los seres humanos que muchas veces tiene que ver con el miedo a lo desconocido.
No por justificar las acciones repudiables de "escraches virtuales", lo cierto es que dan pena aquellos que escudados en el anonimato de las redes estigmatizan y ensucian a personas que están trabajando por el cuidado de todos y pueden contagiarse de este virus fácilmente.
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