La metáfora de las vías como un camino marcando un rumbo predeterminado se acopla rápidamente a dos imágenes que por estos días golpean: el movimiento de refugiados en Europa y su contracara de Auschwitz.
Curiosamente Alemania es el lugar de Europa donde aspiran llegar los migrantes de Oriente y curiosamente este desplazamiento humano hacen resurgir algunos sentimientos xenófobos.
Más allá de esto, la imágen de un tren tiene la fuerza de inspirar futuro: ya sea por el impetu del empuje de la locomotora, ya por el sentido colectivo de un camino trazado que lleva a un destino seguro.
Parte del Aire de estos tiempos las esperanzas parecen jugar en los extremos de aquellos que sin pensarlo se suben a un tren o conscientes sacan boleto de ida hacia un ideario de progreso.
El desarrollo de un país puede medirse en el Producto Bruto Interno, pero también puede medirse en la expectativa que tienen sus ciudadanos respecto del futuro para ellos y sus hijos.
Curiosamente Alemania es el lugar de Europa donde aspiran llegar los migrantes de Oriente y curiosamente este desplazamiento humano hacen resurgir algunos sentimientos xenófobos.
Más allá de esto, la imágen de un tren tiene la fuerza de inspirar futuro: ya sea por el impetu del empuje de la locomotora, ya por el sentido colectivo de un camino trazado que lleva a un destino seguro.
Parte del Aire de estos tiempos las esperanzas parecen jugar en los extremos de aquellos que sin pensarlo se suben a un tren o conscientes sacan boleto de ida hacia un ideario de progreso.
El desarrollo de un país puede medirse en el Producto Bruto Interno, pero también puede medirse en la expectativa que tienen sus ciudadanos respecto del futuro para ellos y sus hijos.
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