La imágen donde quedó captado el momento en que un delicuente dispara contra un empleado de un kiosco en Luján despertó la ira y el hartazgo de los vecinos que lo vieron por televisión.
La impotencia que genera muchas veces estos hechos transmitidos, de manera diferida pero sobre un hecho real, habla del poder de contagio y empatía que despiertan las imágenes en crudo.
Parte del Aire de estos tiempos donde "el gran hermano" se posicionó en la vida cotidiana de todos, la pulsión escópica, irrefrenable de ver, nos condiciona y eleva el grado de insensibilidad.
Porque la catarata de imágenes sobre hechos crueles nos está segando y al mínimo atisbo de saturación, la gente, los vecinos, reaccionan con una inusitada violencia que la misma televisión transmite.
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