Hoy se cumple exactamente dos años de la renuncia del Papa Benedicto 16 a su pontificado, un gesto que demostró la grandeza de un hombre que dió el ejemplo y no se acurrucó en el susurro del ego.
Los pasos al costado pueden leerse de diferentes maneras: para algunos es un acto de grandeza y humildad en el reconocimiento de la incapacidad o la falta de criterio para lo que ha sido convocado.
Para otros es una salida, elegante o no, que denota incompetencia e inflexibilidad, el agotamiento de una alternativa que no se aplica como solución posible o viable para una situación o problema.
Parte del Aire de estos tiempos están plagados de voces y personajes que se creen capaces para afrontar los desafíos y que exaltados por su propio ego se creen los únicos, los elegidos, para encontrar la salida.
En la mayoría puede apreciarse que hay una sensible falta de humilde, un valor que por estos días escasea y que marca la diferencia entre aquellos que gritan sus verdades y los que predican con el ejemplo.
Los pasos al costado pueden leerse de diferentes maneras: para algunos es un acto de grandeza y humildad en el reconocimiento de la incapacidad o la falta de criterio para lo que ha sido convocado.
Para otros es una salida, elegante o no, que denota incompetencia e inflexibilidad, el agotamiento de una alternativa que no se aplica como solución posible o viable para una situación o problema.
Parte del Aire de estos tiempos están plagados de voces y personajes que se creen capaces para afrontar los desafíos y que exaltados por su propio ego se creen los únicos, los elegidos, para encontrar la salida.
En la mayoría puede apreciarse que hay una sensible falta de humilde, un valor que por estos días escasea y que marca la diferencia entre aquellos que gritan sus verdades y los que predican con el ejemplo.
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