“Donde hay un mango viejo Gomez” cantaba Tita
Merello el siglo pasado y hoy la expresión puede replicarse sobretodo por la
falta de circulante en papel.
Hoy el plástico, el dinero electrónico, vino a
suplir el billete y con una simple tarjeta se puede acceder a un electrodoméstico,
un viaje en colectivo o pagar un almuerzo.
La extensión de la SUBE para adquirir productos “de
menor valor” extiende la posibilidad de compra abriendo las puertas a sectores
no habituados al plástico.
Parte del Aire de estos usos “modernos” que
brinda la tecnología apuntan a la simplificación de la vida cotidiana, aunque
los cambios tardan en imponerse.
El movimiento se demuestra andando y habrá que
ver si la población responde, por ahora las SUBE son moneda corriente y las
tarjetas de crédito y débito llegaron para quedarse.
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