Para poder definir que una comunicación verbal es
exitosa, en el viejo esquema de Jakobson, debe establecerse una relación entre
emisor y receptor mediada por un mensaje, en un contexto determinado, con un
mismo código, atravesando un mismo canal.
El ruido en este esquema se produce cuando
algunas de las variables intermedias entre emisor y receptor fallan: no se
comparte el mismo código, el canal se ve interrumpido.
La comunicación entre docentes y gobierno:
nacional, provincial o porteño, atraviesa una serie de ruidos donde el
contexto, dice una de las partes, es de determinada condición y el otro, lo
pone en duda.
Hay o no hay fondos para solventar la inversión
en educación? La pregunta ameritaría una respuesta clara de parte de los
protagonistas comprometidos: el gobierno y las arcas públicas; los gremios y la
composición salarial y sus pretensiones.
Apenas dos días hábiles restan para el comienzo
de clases y la solución “consensuada” al conflicto no parece que aparezca.
Parte del Aire de una negociación consensuada
requiere argumentos, predisposición al diálogo y una cuota de sinceramiento y
grandeza.
La sociedad toda, las familias de los alumnos,
de los docentes, y los alumnos y docentes mismos esperan ese gesto de grandeza,
la solución consensuada para salir del ruido.
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