Ayer, curiosamente, casi tímidamente, nació una
estrella en el firmamento.
El fenómeno pasó desapercibido para los
astrónomos, pero la gente de a pié, los cinéfilos del barrio y algunos
nostálgicos idealistas vieron con asombro cómo esa luz se extendía, como esa
luz crecía.
Ayer falleció una estrella del cine nacional:
Leonardo Favio se ubicaba en el cielo de los seres queridos, de los artistas
respetados y valorados por su obra: Nazareno Cruz y el lobo, Aniceto, Gatica –
el mono y tantas películas más quedarán en la memoria de muchos.
Ayer una estrella nacía y como un rayo en la
noche una estela crecía.
Hoy, las estrellas de una bandera revalidarán
la historia de más de dos siglos de democracia.
Hoy, un pueblo entero consolidará en las urnas
el mandato de elegir, libremente, a sus representantes.
El Capitán
América, Batman o Superman dejarán de ser Parte del Aire de esa
constelación de super héroes y serán los hombres y mujeres de carne y hueso los
que forjarán su destino con el voto.
La tradición democrática y la tradición
republicana. La posibilidad de la alternancia en un país que supo ser: crisol
de razas, Tierra promisoria, Baluarte de la libertad y estandarte de la
voluntad.
Hoy se define, en blanco o negro, 4 años más de democracia,
para todos los nacidos en los Estados Unidos.
PD: Con el perdón de Leonardo, por poner al Tío Sam como imagen de este post, el gesto inquiriente, casi amenazante, es el reflejo de décadas, de una voluntad indómita, de una manera de ser que se renueva hoy.
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