La muerte de toda persona obviamente genera y moviliza emociones, ya en los familiares y allegados, pero esto para nada justifica la violencia dirigida hacia los profesionales de la salud y los elementos médicos.
El ataque ferós en la terapia intensiva en el Hospital Dubarry, días pasados, es un claro ejemplo de estos exabruptos que preocupan y mucho a una sociedad golpeada y con falta de referentes válildos.
Parte del Aire de estos sucesos de violencia son cada vez más frecuentes y amerita un análisis colectivo como sociedad porque algo está muy mal si esto continúa de esta manera.
Atentar contra elementos que son casi un bien común de todos, para uso en la medicina y con el fin de salvar vidas, habla de una desquisio que no se justifica con el dolor de una muerte.
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