Pero como dicen que las leyes están para ser quebrantadas, toda norma, por si misma no tiene peso ni fundamento válido sino se la controla en su aplicación.
De poco sirve la Constitución y sus articulados si no estuvieran los tres poderes del Estado velando, cada uno por su cumplimiento, y los ciudadanos cuidando de que se apliquen los criterios correctos.
Parte del Aire de estos tiempos, donde el triunfalismo a toda costa ha tergiversado la noción de lo correctamente ganado, los ejemplos no acompañan en la generación de una conciencia justa.
Por suerte, muchas veces, las pretenciones exacervadas de poder tienen poco vuelo porque a la corta o a la larga, las mentiras tienen patas cortas y los chanchullos salen a la luz.
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