Eso seguramente no sucede cuando los afectados por la inundación retornen a sus hogar, o lo que queda de estos, tras el agua que lo cubrió todo, y dejó su marca en las paredes y en cada objeto sumergido.
Si la tarea fue gigantesca para ayudar a los damnificados en pleno temporal, con la asistencia diaria para brindarles abrigo, alimento y un lugar seco para descansar, lo que será la vuelta a casa.
Parte del Aire de estos momentos traen aparejados sensaciones duras, difíciles y hasta contradictorias porque a la bronca se suma el dolor y la desolación de lo que queda y de lo que se perdió.
La realidad nos golpea con dureza por estas horas y solamente el acompañamiento en el sufrimiento, el estar ahí, dar una mano, brindar una ayuda, es lo que realmente nos solivianta este espesor de lo áspero.
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