Colegio de Martilleros Mercedes

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La boda de Nazareno Cruz: Crónica de una noche espectacular.

Pintaba linda la tardecita. Siete y cuarto, sol cayendo, poco viento y una noche que se anunciaba prometedora.
A pocas cuadras, en la plaza San Martín, el escenario montado frente al atrio de la iglesia. La 24 cortada y alguna gente que circulaba por la plaza, merodeando, fijándose en qué se podía quedar para pasar una buena velada.
Promediando las 8 y media, en la 24 cortada, frente a la plaza y el atrio, la gente agolpada aplaude la llegada de una novia en moto. La escena es pintoresca, cuasi risueña. No hay padrino, sí, un grupo de gente que aplaude y acompaña a la novia que se acerca al escenario y se sienta, casi apáticamente, esperando algo. Se acerca un pseudo sacerdote, parodia grotesca, y conversa con la novie, mientras en el sonido intentan poner una música acorde: un vals.
Minutos después de los flashes y las cámaras que registran la escena, se acerca el novio en bicleta desvencijada y con traje gris azulino. El show comienza, luego de la palabras de rigor que sitúan a todos los presentes en que eso, lo que están viviendo y por vivir, no es algo real, más bien es una idea, una representación, casi un juego propuesto por el artista Jorge Blanco que agradece la participación de la gente e invita a acompañar a la "feliz" pareja de novios hasta la fiesta de casamiento donde se expondrán el verdadero motivo, la excusa perfecta, para semejante pantomima: los cuadros de Jorge.
Celebrada la consagración del "matrimonio" por 3 horas, luego del vals, se retiran del lugar, no sin antes agradecer a la Organización del evento el espacio cedido.
Ahora sí, nuevamente los gritos de alegría se multiplican por todos lados, viniendo desde el atrio de la iglesia. Comenzó la obra: "Nazareno Cruz y el Lobo" por el grupo de la Comedia de San Pedro, dirigida por Fabián Morales.
El frío no amedrenta a los espectadores y mucho menos a los actores que representan la obra con frescura, con inocencia, con algunos cuadros, imágenes, para guardar en el recuerdo y la memoria: algunos personajes bien logrados, algunas caracterizaciones muy buenas, el pequeño canto del niño, la extraordinaria memoria del relatos pequeño -especie de arlequín negro-. La historia atrapa. Atrapa de tal modo que al final, casi al final de la obra. En el momento en que matan a Nazareno, pasa impávido, cuasi en su mundo, Pancho Piombo. El mismísimo Pancho que con su parsimonia se detiene ante la escena de la muerte de Nazareno y con un gesto, le agrega el broche de oro a la función: "Se murió" dijo Pancho. Aplausos generales y el cortejo fúnebre que lleva en andas a Nazareno, seguido por cada uno de los personajes.

Luego seguirían las bandas locales, pero antes un corte para comerse unos choripanes con vino y gaseosa con papa fritas. La cultura y el pueblo, sería la apretada síntesis de esa velada. El pueblo y la cultura entrelazándose en el espacio público, en la calle, en la vereda, que es de todos. Para apropiarse de lo nuestro: teatro, boda, vino y chori. Qué velada más paqueta, señora!

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